Friday, June 15, 2007

Ellos (4)

‑ Hizo señas para que le trajeran algo de beber.

El local estaba en penumbras, solo una débiles luces de colores iluminaban el local. Comenzó una música estridente y poco después una mujer salía al escenario y mientras bailaba al compás de la música se iba quitando la ropa. Wensi miraba para todas partes, todos los hombres parecían hipnotizados; observó a John, ni siquiera pestañeaba. La mujer danzaba envuelta en luces de colores que provenían de todas partes, que la perseguían a donde quiera que ella fuera, alumbrándola.

‑ John, ¿que es esto? ‑pregunto Wensi.

‑ Cállate y observa.

‑ No entiendo ¿Que hay que hacer?

‑ Observar.

‑ ¿Observar que cosa?

‑ Idiota a ella. ¡Mira! ¡Observa como se menea! ¡Mírale la expresión del rostro! ¡Mira que cuerpo! No, y ahora viene lo mejor.

Wensi observaba atentamente, la mujer ponía los ojos en blanco, suspiraba, se despeinaba, hacia movimientos compulsivos.

‑ ¡Ahora comprendo! ‑grito Wensi‑. ¡Que original! Ja, ja... ¡Con que gracia lo hace! Ja, ja...

‑ ¿De que te ríes?

‑ Que gracioso, mira como se le mueve la barriga. Ja, ja... Y la cara que pone... Y esos gemidos. Ja, ja...

‑ Por favor no te rías más que vas a llamar la atención.

‑ Ja, ja, que chistosos son ustedes, tienen un gran sentido del humor; ja, ja...

‑ No seas idiota, cállate ya.

La mujer se detuvo, lanzó una mirada furiosa a Wensi; luego dio un grito y se alejó corriendo.

Todos volvieron sus miradas severas hacia Wensi.

‑ ¡Bravo!, ¡bravo! ¡Que se repita! ‑gritaba Wensi mientras aplaudía emocionado.

‑ Veámonos rápido antes de que sea demasiado tarde ‑susurro John.

Los demás hombres indignados comenzaron a gritar.

‑ Fuera de aquí homosexuales.

‑ Largo magiquitas.

‑ Pervertidos.

‑ John, ¿que pasa ahora? ¿Que hay que hacer? ‑preguntó Wensi confundido.

‑ Irse animal, has echado todo a perder.

‑ ¿Yo? ¿Que hice?

‑ Veámonos pronto.

Los hombres se acercaban en actitud amenaza dadora. Tuvieron que salir corriendo no sin recibir algún empujón. Ya afuera.

‑ Oiga Wensi ¿a usted no le gustan las mujeres?

‑ ¿Que ha pasado?

John lo miro asombrado.

‑ Que nos ha hecho perder la función con su risa entupida.

‑ Entonces, ¿Yo no debía reírme? ¿Y cuál era el objetivo del espectáculo? ‑preguntó Wensi con toda la ingenuidad propia de un niño.

‑ Dígame una cosa, ¿usted nunca ha visto a una mujer desnudarse?

‑ ¡Oh! ¡Si!... ¡A todas las de mi planeta! Ellas siempre se desnudan... ¿Ustedes no se desnudan para bañarse?

‑ Claro para bañarse si, pero eso se hace dentro del baño.

‑ ¿Y en la playa no se desnudan?

‑ ¿En tu planeta se desnudan en la playa? ‑pregunto John con gran interés.

‑ No solo en la playa; donde quiera que haya agua, ahí mismo se desnudan y se meten.

‑ ¿Delante de todo el mundo?

‑ Es que todo el mundo lo hace, mejor dicho, ELLOS los hacen.

‑ ¿Y tu no?

‑ No, yo soy diferente.

John lo miro ansioso, esperaba que revelase algo importante; pero nada, solo aquel silencio impenetrable; Wensi parecía ahora lejano, distante, sumido en sus pensamientos.

‑ Sabes por un momento había olvidado que tu vives entre monstruos.

Iban de regreso a la casa. Una mujer solitaria dianbulaba por las calles.

‑ Wensi hay algo que no entiendo, ¿como puedes tener relación sexual con esos monstruos?


En la oscuridad de la noche se podían ver los ojos vivarachos de Wensi destilar ese brillo tan peculiar en el, mientras sus labios se plegaban en una sonrisa sutil.

‑ Si vieran lo bella que lucen con sus tres grandes ojos...

‑ ¿Tres ojos? ¿Pero tú me dijiste que tenían un solo ojo?

Wensi lo contemplo por unos segundos.

‑ ¡Ah!, ¡si!... Lo que pasa es que ELLOS se dividen en dos subespecies los que tienen un solo ojo ,monovisuales, y los que tienen tres ojos, trivisuales. Por cierto a mi me gustan más las mujeres trivisuales, son más... más... más temperamentales, esa es la palabra.

John lo miraba confundido, cada vez comprendía menos lo que estaba ocurriendo.

Entraron en la casa. John se dejó caer sobre el sofá extenuado.

‑ Creo que me voy a dormir ‑dijo John‑ y se fue al cuarto donde estaba Helen esperándole.

‑ Ese tipo me va a volver loco.

‑ ¿Que te paso ahora?

‑ Nada... Tiene cada cosa. Ahora dice que los monstruos tienen tres ojos, que hay dos especies, que se yo cuantos disparates más. No entiendo nada. Es más ingenuo que un niño. No se, no se...

‑ Porque no te duermes, mañana tienes que ir a trabajar.

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