Monday, April 23, 2007

La chica de enfrente: la real

Ella caminaba a mi lado: yo sé que sabe... Y sin decir nada alzó la vista al cielo: ¡Mira cuantas estrellas hay!, o tal vez, ¡Que noche más hermosa! No hace falta que lo diga, sus ojos claros lo dicen todo. En ella se refleja el fulgor de todas las estrellas; pestañeó como si adivinase mis pensamientos, las estrellas se apagaron por un momento; sólo en sus ojos se percibía la inmensidad de aquella noche, noche especial; porque al fin sabrá lo que ya sabe, lo que tantas veces le dije en sueños. No más inmersores de mundos virtuales, basta de registrar tan sólo sensaciones; la quiero a ella, en este mundo real.

Te quiero le dije con voz temblorosa.

Ella volvió a contemplar las estrellas; había una que llamaba la atención porque titilaba incansablemente.

Los sueños... Los sueños son como las estrellas: inalcanzables, misteriosos dijo sin mirarme.

No sé, pero de pronto sentí que la noche me aplastaba, que aquella estrella radiante se reía de mí; de mi inseguridad, de mi miedo a perderla.

Tú no me amas a mí. No, tú amas un sueño, y en ese sueño, tú conformas a una mujer que físicamente se parece a mí; pero no soy yo, es sólo la mujer de tus sueños. Ámame con toda tu alma, suéñame a tu antojo, tú que puedes soñar. Créeme yo no soy nada comparada con tus sueños. Tú vives en otra dimensión, en la de los sueños, ese es tu mundo. Yo vivo en una dimensión opuesta a la tuya: la realidad. Yo estoy prisionera en la rutina. Tú eres libre, no olvides que eres el componedor de sueños.

No me atreví a decir nada, pero yo no quería tan sólo soñarla, ni siquiera tuve el valor de mirarla a los ojos; sólo sé que un sentimiento de angustia me apretaba el pecho; me faltaba el aire y las estrellas se iban apagando una tras otra; hasta quedar la noche oscura y silenciosa... Desperté sobresaltado.

Arrojé contra el piso el inmersor de mundos. Siempre lo mismo: me debatía entre sueños y realidad, y eso me atormentaba. Me llené de valor y la llamé por teléfono. Ella apareció en la pantalla.

¿Qué quieres ahora? Si no tienes algo importante que decirme cuelga que estoy ocupada.

Contemplé enmudecido sus grandes ojos claros. Siempre pasaba igual, la llamaba y después no me atrevía a invitarla a salir.

No me mires con esa cara. ¿Vas a decirme algo?

Yo... Yo... En realidad saludarte... Me dijeron que estabas enferma y...

Pues te equivocas, porque estoy muy bien.

Y diciendo esto se puso de pie y dio una vuelta completa.

¿Tú no crees que estoy bien?

Sssí, sí... Claro, claro.

Bueno, ya viste que estoy bien. ¿No era eso, lo que querías saber?

Sí, eso...

Y sin decir más colgó.

Agarré al inmersor, ya me lo iba a colocar sobre la cabeza, cuando recordé a Freud, era el seudónimo de un amigo mío que ejercía como psicólogo clínico. Sin dudas, él podría ayudarme. Fui a verlo inmediatamente. Y le conté mis conversaciones telefónicas con la chica de enfrente, los sueños que tenía con ella y las explicaciones que ella me daba en cada inmersión virtual.

Es un caso típico de justificación inhibitoria. No quieres enfrentar el problema y pones en sus labios las palabras que tú quieres escuchar y de esa forma evades la realidad. Tú le temes al amor. ¿Y sabes por qué ella te trata así? Porqué se cansó de esperar por ti. La mujer de hoy no soporta al hombre indeciso. Tienes que invitarla a salir, aunque sea a un parque, y declárale tu amor. Tienes que hablarle cara a cara. Decir lo que sientes, y sin darle tiempo a pensar la abrazas y la besas. Debes romper esa imagen que tiene de ti; demostrarle que eres un hombre decidido... fogoso. Créeme, eso no falla. Y otra cosa, está probado científicamente que los inmersores de mundos virtuales producen trastornos síquicos, tales como: alucinaciones, estados de angustia, temores... y en el mejor de los casos actúan como inhibidores de la acción: produciendo cansancio, estados de ensoñación... En fin, te aconsejo que no vuelvas a utilizar el inmersor, su efecto es más pernicioso que el de las drogas; acaba con la voluntad del hombre. Todo lo que tienes que hacer es actuar, vivir... Ir a la lucha... Enfrentarte a la vida y zas, se acabó. No más inmersor, recuerda no más inmersor...

Gracias Freud, perdón doctor Silver...

Le di la mano agradecido, salí convencido de que esa era la solución: enfrentar la realidad.

En cuanto llegué a la casa cogí el teléfono, y sin mirar su imagen en la pantalla, la invité a ir a un parque abandonado que estaba a pocas cuadras de la casa. Ella no respondió, alcé la vista y vi sus ojos claros mirarme o mejor dicho verme, era la primera vez que fijaba sus ojos en los míos. Yo estaba desconocido y de forma resuelta volví a insistir. Ella aceptó. Quedamos en encontrarnos por la noche en el parque.

Según pasaban las horas la angustia se apoderaba de mí: me movía inquieto de un lado para otro, me sentía intranquilo; lentamente iba perdiendo la confianza en mi. La inseguridad, implacablemente se iba adueñando de la situación: "¿Irá a la cita?... ¿Podré decírselo?... ¿Irá? ¿Qué le diré?...".No podía estar sentado un minuto, la ansiedad me mordía el intestino: comencé a sentirme enfermo, tenía deseos de ir al baño; eran justificaciones. Miré al inmersor y acerqué mi mano temblorosa: "¡No!... ¡No lo haré!" Alejé la mano y cerré el puño: "No me dejaré vencer. No más fantasías, quiero la realidad: la quiero a ella, a la real."

Tenía que escapar de aquel vicio de soñar mundos, estaba cansado de soñar. Quería vivir a su lado. Ella era mi salvación, la esperanza de integrarme a la realidad, de abandonar para siempre el mundo de los sueños.

El parque estaba desierto, la noche estrellada... Pero, faltaba ella. Sentía mi corazón latir de prisa. El tiempo transcurría ajeno a mi ansiedad. Al fin, apareció. Se veía molesta, sus ojos claros se movían intranquilos.

Estoy esperando. ¿Qué vas a decirme?

Nos sentamos en un banco le dije con voz casi imperceptible.

Pareció escucharme, porque escogió uno y se sentó, yo me senté a su lado. Ella esperaba: miró al cielo. Las estrellas seguían ahí. Observé la luna, me pareció fría, distante. Recordé las palabras del sicólogo. Tenía que enfrentar la realidad. No lo pensé, si lo pensaba no lo decía, y simplemente le dije:

Estoy enamorado de ti.

Me observó conmovida, se enjugó una lágrima, y alzó la vista hacia las estrellas.

Los sueños... Los sueños son como las estrellas: inalcanzables, misteriosos. Tú no me amas a mí. No, tu amas un sueño, y en ese sueño tu conformas a una mujer que físicamente se parece a mí; pero no soy yo, es sólo la mujer de tu sueño...

Me puse de pié sobresaltado. Observé como las estrellas se apagaban y como la luna se ocultaba detrás de una nube, no soplaba una gota de aire; la noche se tornaba cada vez más oscura para mí: no había duda... soñaba.

Tuesday, April 17, 2007

Los sueños de un paria

Firpo abrió el paquete con manos temblorosas, sacó el equipo y lo acarició suavemente, sonrió satisfecho: “ahora mis chicas tendrán movimientos”. Le había costado su sangre, era un paria, no trabajaba, vivía de prestarse como conejillo de indias a los centros de investigación: allí lo contagiaban con algún virus y luego probaban sobre él las vacunas, otras veces daba su sangre por una buena suma. Hasta ahora le había ido bien, una semana ingresado y luego a cobrar. Siempre corría su riesgo, aún le quedan las manchas de un experimento: claro que tuvieron que indemnizarlo, además de un tratamiento gratis; pero él lo abandonó: por unas manchas no vale la pena. Ser un paria tiene sus ventajas y sus desventajas. Ahora mismo había acabado de dar la sangre, y hasta dentro de seis meses no podía volver a darla: si fuera por él, la daba todos los días. Quería comprarse los derechos de un canal. Ese era su sueño, ser el dueño de un canal. El sería el animador principal, aparecería en todos los programas y pronto sería millonario. Por el momento sólo le importaba estrenar el proyector de hologramas dinámicos. Mientras lo conectaba pensaba en Marilyn. Se pasó la mano por los labios. Cogió el teléfono y marcó el número.

Apareció en la pantalla, tenía puesta una bata de casa transparente.

Marilyn dijo él con voz apagada.

¿Que deseas? dijo ella con una sonrisita a flor de labios.

Verte.

¿Desnuda? Tendrás que pagarme.

No, no hace falta y diciendo esto apretó un botón.

Así que estás grabando mi imagen.

¿Que…?

Oh, hijo que atrasado estás, tengo un programita llamado IMANPRO, algo asi como proteja su imagen, el cual te alerta cuando están “robándote la imagen”. Pero… bien, entre tú y yo no hay problemas, sólo tendrás que pagarme, y se acabó…

Si, claro te pagaré.

Pensó que le esperaba otra semana ingresado en algún laboratorio. Pero qué iba a hacer, peor era que ella lo demandara y las leyes con los parias eran terribles.

De algo tenemos que vivir. ¿No crees?

Claro dijo con resignación.

Adiós pillín.

Adiós…

Fue corriendo a probar el equipo que había acabado de comprar. Movió sus dedos con torpeza sobre el teclado de la computadora. Llamó al programa Trep 3D. Le pasó la imagen de Marilyn y luego, lo más importante, le dió salida para el nuevo equipo. En el centro del cuarto apareció la figura de Marilyn, con un vestido rosado, el pelo suelto. El, dando un salto cayó sobre la cama, estaba ansioso. El cuarto se llenó de música. Ella comenzó a bailar mientras lentamente se iba quitando la ropa. El la observaba sin respirar con las manos crispadas sobre el control. Apretó nuevamente un botón, y todo comenzó de nuevo pero esta vez apareció vestida con una blusa, un pantalón apretado, y el pelo recogido, y como fondo musical un rock. Ahora sus movimientos eran violentos: primero se soltó el pelo, luego se abrió la blusa… Firpo se mordió los labios. Ya estaba completamente desnuda. Apretó el botón con mano temblorosa. Ahora estaba con un vestido negro, ceñido al cuerpo y zapatos de tacón alto, bailando música salsa. Así continuó vistiéndola y desvistiéndola durante horas, hasta desahogarse. No sabe qué tiempo durmió, apagó el aparato que continuaba encendido. Sintió hambre, cogió un pedazo de pan viejo y un trozo de queso. Encendió el televisor.

Y a continuación las palabras del nuevo líder de la humanidad, el hombre que está llamado a ser el presidente de nuestro país.

“Otra vez ese tipo, se ha cogido el canal para él sólo”.

Cambió el canal.

Nosotros tenemos la verdad…

“Ese tipo también aquí…”.

Cambió nuevamente el canal.

“Que tipo más latoso, como puede pagar tantos canales, debe ser multimillonario. El con mucho dinero, gastando millones en sus campañas políticas. Yo en su lugar realizaría programas musicales, con artistas cómicos. Pondría películas de aventuras. Estoy seguro que sería el canal más popular de la televisión…”.

Envíen sus videos y nosotros se los exhibiremos. Somos un canal amateur. Detrás de nosotros no hay transnacionales que nos impongan sus criterios, ni sus intereses. Nosotros somos un grupo independiente que trabaja para usted de forma gratuita, desinteresada. No olvide que este programa está hecho a su medida, para que usted se realice en él. Envíenos cualquier cosa: videos, composiciones computarizadas e incluso libretos, nosotros nos encargaremos de adaptarlos. Y recuerde que este su canal.

Y ahora continuamos con la transmisión de la novela…

Cambió de canal.

Este es mi canal, su canal, el canal de todos, porque todos disfrutamos de él. Y hoy tenemos invitada a una cantante muy famosa, que muy gentilmente aceptó venir aquí a nuestro canal, aunque ella sabe que no pagamos de forma material, y si nos fuera a cobrar no tendríamos como pagarle. Y ya lo ven esta aquí con nosotros, ¿saben por qué? Claro que lo saben: ¡por ustedes! Disponemos del cariño de ustedes, porque nuestro canal llega a todos los hogares del país, desde el más poderoso magnate hasta el más insignificante paria…

Cambió de canal.

Si alguno de nuestros programas le interesa, escríbanos y le enviaremos el video, ¡gratis!, con su programa favorito. Recuerde que aquí todo es gratis. Solicite lo que usted desee y nosotros lo complaceremos.

“Mi canal, si pudiera tener mi canal. Ser el dueño. Entonces todas las chicas correrían detrás de mi para que las incluya en la programación. Y tu Marilyn, harías cuanto te pidiera… harías todo lo que yo desee”.

Recordó que tenía que pagarle la cuenta por el robo de imagen. Tenía que ofrecerse a algún instituto. Se sentó en la computadora, solicitó la planilla de ingreso y comenzó a llenarla.

YO Firpo Perez DESEO INGRESAR EN ESE CENTRO, PARA QUE SE REALICEN EN MI PERSONA LOS EXPERIMENTOS NECESARIOS DURANTE UNA SEMANA. ESTOY CONSCIENTE DE LOS RIESGOS QUE ESO IMPLICA Y EXONERO DE TODA RESPONSABILIDAD A LOS MEDICOS QUE PARTICIPEN EN EL EXPERIMENTO. SE QUE ESTE SACRIFICIO REDUNDARA EN BENEFICIO DE LA HUMANIDAD.

OBSERVACION: soy un paria.

Tuesday, April 10, 2007

Sociedad de consumo

Frente al espejo, totalmente desnuda, se perfuma desde los pies hasta la cabeza, sobre todo el aliento. El tocador está atiborrado de pomos de perfume, cremas aromáticas, tubos de pastas y jabones.

Contempla su rostro satisfecha; su peinado; su pelo plateado, sus ojos color malva. Instintivamente se frota los hombros, siente frío, toma el control de temperatura y lo gradúa.

"¿Que habrá hoy de comida?". Se acerca al teclado de la computadora presiona una tecla; revisa el menú y selecciona los platos apretando las teclas correspondientes; aparece un mensaje, DIGAME SU CLAVE:

Teclea el numero 3056 y enseguida le llega la respuesta, DENTRO DE 10 MINUTOS LE LLEVAREMOS SU PEDIDO.

Oprime otra tecla y aparecen una serie de anuncios.

SI QUIERE SER MAS BELLA USE MONCRIS, MONCRIS SUAVIZA LA
PIEL, MONCRIS LE IMPREGNA A SU PIEL UN AROMA AGRADABLE, EROTICO, ESTIMULANTE...

"Eso, eso es lo que yo necesito".

... LLAME AL 33 34 44 Y SOLICITELO ENSEGUIDA.

Marca el número.

Oiga yo...

Sí, como no, lo sabemos, usted desea el producto MONCRIS, todo el que tiene buen gusto lo adquiere. Dígame su clave.

3056.

Bien dentro de 15 minutos le enviaremos el pedido. Gracias y hasta pronto. Ah, si le interesa, tenemos otro producto que aún no ha salido al mercado. Usted será la primera en adquirirlo. Todas sus amigas se morirán de envidia; es un perfume especial, exclusivo, posee efectos sugestivos sobre los que la rodean...

Sí, sí, envíemelo también.

Perfecto, usted es una persona que sabe lo que necesita en cada momento. Bien 3056, en breve recibirá ambos productos. Los gastos por supuesto van a su cuenta bancaria.
Hasta la próxima.

Suena el teléfono, aprieta un botón.

Si.

Aparece en la pantalla el rostro de un joven.

Arnie, lo siento mucho pero no puedo ir a buscarte, tengo un problema que...

Ahórrate las excusas Arklie, no quieres ir conmigo, pues no vayas; te olvidas que allí estará Argly, y por supuesto tampoco faltará Arnoy. En fin tú te lo pierdes, adiós.

"Siempre ha sido un ser acuoso, no se como pude aceptarlo".

Se escucha un sonido musical que se repite de forma monótona.

"Ya llegó la comida".

Toma el control en sus manos.

LA COMIDA HA SIDO DEPOSITADA EN LA ESTERA DE RECEPCION DE PRODUCTOS, SON 30 DOLARES, EL IMPORTE IRA A SU CUENTA BANCARIA. HASTA PRONTO.

Se acomoda en su silla y comienza a desplazarse lentamente por el pasillo, a su paso las puertas van abriéndose automáticamente. Se detiene junto a una mesa, mientras dos carritos automáticos se mueven alrededor de ella, alargando sus brazos mecánicos van sirviendo la mesa, concluida su función se marchan a través de una puerta que se confunde con la pared.

Después de comer, entra en un saloncito perfumado. Se abren unas puertas corredizas de donde van saliendo vestidos que permanecen unos segundos fuera y luego vuelven a su posición inicial, al fin se decide y toma uno; luego se alza del piso una sección giratoria donde aparecen diferentes pares de zapatos.

La música sigue escuchándose por toda la habitación, la temperatura se mantiene cálida, agradable. Pisa una losa y como por encanto todas las paredes se transforman en espejos.

De repente la música se detiene: SON LAS 7 DE LA NOCHE, LE RECUERDO QUE LA FIESTA COMENZARA A LAS 9 Y QUE USTED DEBE ESTAR TEMPRANO POR SER UNA DE LAS ESTRELLAS Y ASI DESLUMBRAR A TODOS CON SU BELLEZA Y SU FRAGANCIA. TODO EL MUNDO LA ENVIDIARA, SERA LA REINA DE LA FIESTA. La voz deja de escucharse y continúa la música.

Ella respira satisfecha, pasa a otro cuarto mucho más pequeño y comienza a descender, se detiene. Las puertas se abren y se desliza a través de un estrecho pasillo, hasta llegar a un recinto muy amplio donde está guardado el auto, una vez dentro, enciende el aire acondicionado, aprieta otro botón y un suave perfume comienza a circular, conecta el radio. Lentamente va retrocediendo, una puerta se corre y el auto sale al exterior, al espacio abierto de la noche, atrás queda una casa semicircular, sin puertas, ni ventanas; adornada con espejos y cristales de colores.

Ella va dentro de su auto, donde existe una temperatura agradable, donde se respira un aire perfumado. "Quien sabe que temperatura habrá allá afuera. ¿Habrá frío?". Tiembla de solo pensarlo. ¿Qué sería de ella con su vestido escotado?... ¿O tal vez haya calor? Sería terrible... ¡sudaría! Pero por suerte ella esta ahí, en su auto, protegida del frío, del calor, de la lluvia, y de los olores desagradables de esas ciudades malolientes donde se aglomera la chusma.

Mientras maneja observa sus manos bien cuidadas, su piel rosada. "Que desatino el mío, se me olvidó darme la radiación térmica, para tostarme un poco más".

Avanza a toda velocidad por la amplia carretera convencida de su triunfo, sonríe pensando en la cara de Arklie cuando la vea, tiene que encontrar una buena pareja; piensa en Astory, baila bien, es apuesto. "Voy a llamar a Astory". Aprieta un botón y se enciende una luz roja. "¿Que...? ¿No hay carga?".

No, no puede ser, si el carga automáticamente. ¿Qué
pasa?, ¿qué pa...sa?, ¿q...qué pa...sa? grita con voz ahogada.

El auto sigue avanzando lentamente, como por inercia.

No puede ser, no, no...

Afuera la noche oscura, implacable. La música se va apagando, se va apagando.

¡Ay de mi! ¿Por qué tiene que pasarme esto?

Finalmente el vehículo se detiene. Afuera todo es oscuridad, todo es silencio. La carretera está desierta.

¡Muévete!, ¡muévete!, muéveteee... por favor muévete.

Siente como una gota de sudor le corre por la frente, saca su pañuelo perfumado y se pasa la mano temblorosa por toda la cara.

El aire, el aire tampoco funciona. Mira hacia todas
partes asustada.

Si pasara algún carro comienza a apretar el claxon desesperadamente. Está sola en medio de la noche. ¡Sola! Se lleva ambas manos a la boca.

Que oscuro está todo.

Comienza a sentir como el sudor le corre por la cara, se pasa el pañuelo por la frente, se siente sudada. Semira en el espejo y percibe a través de las penumbras un rostro demacrado, vuelve a presionar el claxon pero esta vez no se escucha nada; sólo el imperturbable silencio de la noche lo llena todo.

¿Si viniera alguien? Mira a todos lados, sólo la inmensa carretera desierta.

Si pudiera salir La idea de salir al exterior, la horroriza aún más

Pueden haber salteadores, esa gentuza es capaz de violarme o ... de asesinarme.

El calor comienza a hacerse insoportable, siente como el vestido se le pega a la piel. Un sentimiento de horror comienza a invadirla.

Ya la fiesta tuvo que haber empezado, a lo mejor al ver que no he llegado me vienen a buscar.

Comienza a alisarse los cabellos con los dedos.

¿Pero, y si no vienen?... ¡Y si no vienen!. ¿Qué será de mi entonces?... Vendrán, yo sé que vendrán.

Una fina lluvia comienza a caer sobre el auto, mientras sombras deformes deambulan por la carretera. Ella suda copiosamente, instintivamente sin quererlo se mira al espejo, allí está su rostro desfigurado por la penumbra, como una visión del mas allá. Comienza a morderse la uñas desesperadamente, ya no percibe aquel delicado perfume, el aire comienza a viciarse. Afuera las nubes se aglutinan ennegreciendo aún más el tétrico paisaje. Sólo los relámpagos se atreven a romper el oscuro silencio de la noche.

Y ella esta ahí sola, a merced de ese espacio negro; amenazador. Siente unos deseos inmensos de gritar; ya no puede aguantar más, y llora. Las pestañas comienzan a desprendérsele. Lanza un gemido.

Ayúdenme...

Las manos le tiemblan, su corazón late apresuradamente,
la respiración se le dificulta.

Me estoy orinando, tengo que aguantar, no puedo salir, no puedo...

Un relámpago ilumina la noche, liberando las más horribles visiones.

¡Oh!... ¡no!, ¡no!. Siente como un líquido le corre por los muslos y ese olor, ese desagradable olor... se lleva el pañuelo a la nariz, mira el reloj, las tres de la madrugada. Desesperada la emprende a golpes con el timón. Por un momento piensa abrir la puerta y echar a correr, pero el miedo la paraliza; se siente presa de algo horrible, afuera llueve. Se derrumba sobre el asiento, luego rueda hasta apoyar ambas rodillas sobre el piso del auto; así queda, indefensa, con las manos crispadas sobre el cabello, emitiendo constantes sollozos.

Amanece, pero ella permanece allí, de rodillas, recostado su cuerpo sobre el asiento. En su mano derecha tiene un mechón de cabello. Un olor a excremento flota en el ambiente.

Un carro patrullero se detiene. El vigilante se acerca y abre la puerta.

¿Qué le pasa?

¡Váyase!, no se acerque dice ella sin volverse.

Hizo ademán de tocarla pero siente el fétido olor que brota del auto.

Está bien, me voy.

Se aleja, se introduce en el carro patrullero y resopla. Luego respira profundamente y aspira el aire perfumado. Toma el teléfono.

Aquí 007 llamando a la comisaría.

Aquí la comisaría.

Acabo de encontrar una mujer encerrada en su auto y no quiere salir, debe estar loca, está sucia y apesta.

Lo de siempre, un carro descompuesto. Llama al centro asistencial para neuróticos y que ellos vengan a recogerla. Ese no es problema nuestro.