Wednesday, September 19, 2007

Ellos (8)

Se hizo un corto silencio, luego sin alzar la vista respondió en voz baja, con un monólogo.

Ese día me sentí solo, salí a caminar, tenía la impresión que me faltaba algo, que había estado viviendo equivocado, iba cabizbajo. Entonces alcé la vista, mi mirada chocó con la suya, me vi. en sus ojos. Mi imagen se reflejaba limpiamente en sus ojos. Era yo allí, encerrado en su alma. La imagen desapareció, cuando ella volvió a abrir los ojos, me tendió su mano. ¡Tenía una manilla dorada! Yo sabía lo que aquel gesto significaba: lo más que podía ofrecerme era su amistad. La empujé hacia un lado y me alejé; no quería verla nunca más. Al día siguiente ella se me acercó; traía puesta una manilla de plata, me dijo que se había separado de su esposo. Me di cuenta que era el consejo quien se lo pidió, que su esposo se sacrificaba por mi y que ella lo que sentía por mi era lastima. ¡ELLOS me tenían lastima! ¡Los odie más que nunca!

¿Lastima? ¿Por que? preguntó John.

Wensi los miro asustado, como si despertara de una pesadilla.

Wensi y sus ojos. ¿Son cono los míos? ¿Tenia sus "dos" ojos iguales a los míos?

La pareja lo miraba expectante, esperaban descubrir si mentía o no. también Wensi los observaba con atención, otra vez en su mirada apareció aquel brillo peculiar.

Si, tenía dos ojos iguales a los tuyos...

Ella sonrió iba a decir algo, cuando...

Pero el tercer ojo no, este era amarillo y un poco más grande que los demás agrego Wensi.

La sonrisa desapareció del rostro de Helen.
Con respecto a la lastima; es normal, para ELLOS yo soy un monstruo, un ser extraño, defectuoso.

John se rascó la cabeza, luego miró a su esposa. Ella volvió al ataque.

Wensi. ¿Como pudo enamorarse de una mujer con tres ojos?

Por que no, si desde niño estoy acostumbrado a verlas así. Si vieran que bellas son. ¡Que combinaciones de ojos!

Wensi tu no eres franco con nosotros, tu nos estas ocultando la verdad esta vez era John.

¿La verdad?

Si, ¿quienes son ellos? ¿Como son en realidad?

Ya se los he dicho todo, aunque hay algo muy importante que se me ha olvidado decirle; ELLOS llevan una diadema: las hay blancas, amarillas, rojas y azules. La azul la llevan solo los maestros. Mi padre llevaba una diadema azul en la frente, como brillaba, emitía unos destellos azules. Yo entonces era un niño...

Wensi guardó silencio por unos segundos, miro a través de la ventana y fijó su vista en el azul del cielo, y continuó

Cada color significa un estadio de desarrollo cultural: el azul es el máximo, luego le sigue el rojo, el amarillo y por último el blanco o cristalino... Mi madre llevaba una diadema roja...

¿Y la tuya de que color es? pregunto Helen.

¡Negra! respondió clavando sus ojos en los de ella.

Pero si tu no mencionaste el negro.

No olviden que yo soy una especie aparte, algo así como una mutación.

¡Basta Wensi! ¡Basta! gritó Helen fuera de si . Todo eso es mentira. ¡Mentira!... Allá tu si le sigues creyendo.

Ella se marchó, John se quedo sólo con Wensi, ninguno de los dos hablaba, ni siquiera se miraban. Al fin John rompió el silencio.

Wensi, he sido muy bueno contigo, te lo he dado todo: comida, paseos..., he hecho todo lo posible por tenerte contento. No crees que en pago deberías ayudarme... Vaya, en agradecimiento...

No entiendo, me hablas de agradecimiento, de pagar, de comida. Yo no veo nada extraordinario. ELLOS habrían hecho lo mismo.

¡Ellos! ¡Ellos!... Aquí es distinto, yo te he salvado la vida, yo te he protegido. Lo que yo he hecho por ti, no lo hará nadie en este país. Eres ingrato conmigo, si supieras el cariño que te he cogido, te quiero como... Como si fueras mi hermano. Y mira tú como me pagas.

Yo no se lo que usted espera de mi, pero quiero decirle algo; es posible que las cualidades malas no las comprenda muy bien, pero las buenas, las conozco demasiado bien.

¿Que quieres decirme con eso?

Pues que... Que yo reconozco todo lo que has hecho por mí.

Wensi se puso de pie y salió a la calle. John fue a detenerlo pero se contuvo.

¿Donde dejaste a ese loco? le pregunto Helen.

Salió a dar un paseo.

John ese tipo esta loco.

En que quedamos. ¿Se esta burlando de nosotros?... ¿Esta loco?...

Esta loco, lo veo en sus ojos. Ese brillo tan raro, las cosas que dice. ¡Es un loco!

John vaciló un momento. "¿Y si ella tuviese razón? ¿Si fuera un loco? Todas sus historias son tan absurdas. Están tan llenas de contradicciones. ¡Dios mio! Si eso fuera cierto. ¡Es horrible! Estar durante dos meses manteniendo a un loco. ¡No! ¡No es posible! ¡No puede ser!..."

La voz de su esposa lo sacó de sus pensamientos.

Dime sinceramente. ¿Tú viste la nave?

No, en realidad no la vi., solo una luz que me cegó. Me pareció ver descender algo. Sentí un silbido y luego vi. a ese hombre.

Pero la nave. ¿No la viste?

¡No!, ¡no! Solo esa dichosa luz que me cegó.

Te das cuenta John, nos hemos estado engañando.

¡No! ¡Eso es mentira! El es de otro planeta.

Es tu orgullo herido el que te hace creer tal cosa. Pero tú sabes que no es verdad, que todo lo que dice es completamente absurdo. ¡Es un loco! Me oyes, un lo co.

¡Basta! ¡Basta!

Todo eso era terrible, ¡un loco! Engañado, burlado, estafado por un loco.

Abre los ojos, no seas entupido. Hay que echarlo. ¡Entiendes! Echarlo. Y si tu no lo hechas, lo haré yo. ¡Me oyes! ¡Lo haré yo! ¡Yo!

Helen no hay que desesperarse, a lo mejor si tu hablaras con el... Vaya como tú eres mujer... a lo mejor...

¿Que quieres? ¿Que me acueste con ese loco? ¡Vamos! ¡Dilo!

No... No quise decir eso, pero yo... Yo tenía fe en ti, como tú me dijiste...

El rostro de Helen estaba enrojecido por la ira. Era cierto que ella había dicho que podía averiguar su misión y había fracasado, y ahora él, su esposo, se lo echaba en cara.

¡Yo soy una mujer decente! ¡Muy decente! Hice todo lo que pude; pero, ¿sabes lo que el quería? ¡No!, no lo sabes: quería que hiciéramos el amor. Y hasta trató de obligarme... Pero yo lo rechace.

John observaba detenidamente a su mujer, sus gestos, sus movimientos. Estaba confundido. Intento decir algo, pero sólo lograba decir palabras incomprensibles.

Bueno... Si... No...

Ella sin prestarle atención continúo hablando.

Claro, si yo hubiese sido una mujer de la calle, una de esas. ¡Ah! Entonces si. Ya me lo hubiese confesado todo. ¡Todo!

Mientras hablaba se fue acercando al espejo, contemplándose más y más de cerca. Allí estaba su imagen, gesticulando, repitiendo lo que ella decía.

John guardaba silencio, parecía no aprobar la actitud de su esposa, se veía molesto. Al fin se decidió a hablar.

A lo mejor fuiste muy tajante. Quizás si le hubiese prometido... Peor es estar así sin saber nada.

Yo no soy una cualquiera. Y no voy a acostarme con ese loco.

Yo no quise decir eso...

Pero lo estas insinuando. Y te lo advierto o lo hechas tu o lo hecho ello.

¿Y si es de otro planeta? Helen sabes lo que eso significa. Perderíamos la gran oportunidad. Todo lo que hemos hecho hasta ahora se perdería en un momento. Tenemos que estar seguro. ¡Ayúdame!

John se llevo ambas manos al rostro. En el semblante de ella se dibujo una sonrisa.

¿La única solución es que yo me acueste con ese loco?

El no respondió, seguía con el rostro oculto entre las manos. Sintió como los pasos de ella se alejaban. Luego desde otro cuarto escuchó la voz de su esposa que le gritaba.

Así que decídete: o lo echas tú, o lo hecho yo.

Se consideró el hombre más infeliz de la Tierra, veía como todos sus sueños se desmoronaban, seguiría siendo un simple farmacéutico, y lo peor era que no le iba bien, estaba próximo a la quiebra; posiblemente tendría que vender la farmacia y luego... quién sabe. Estaba en desgracia, con la llegada de Wensi vio todos los cielos abiertos. Ese era el milagro que tanto había soñado: ser un hombre importante, respetado por todos; ser un hombre influyente, temido por todos; ser un hombre rico, envidiado por todos. Y comprar: comprar un avión, un yate, una gran mansión, una isla; comprar todo lo que se le antoje. ¿Y ahora que? ¿Qué hacer? Estaba vencido. Si al menos supiera la verdad. ¿Quién es ese hombre? ¿Quién es?... Sintió deseos salir a buscarlo, de arrodillarse ante el, de suplicarle. Necesitaba saber la verdad. Pero sabía que el le diría las mismas cosas: le hablaría de ellos, de ellos..., de ellos...,de ellos. Sintió deseos de matarlo, de acabar con él. Y lloró. Se sentía burlado, humillado.

Helen por su parte hablaba en serio, estaba cansada de aquel hombre de sonrisa infantil, de mirada ingenua y picaresca a la vez; de aquel deje extraño de su voz, y sin embargo había algo en él que le atraía. A veces le parecía que era el hombre más idiota que había conocido en toda su vida y otras tenía la impresión que se burlaba de ella. Era un tipo raro, original; con una gran fantasía. No era ni alto, ni bien parecido. Su físico era tan corriente que pocas mujeres repararían en él. En cambio era tan pintoresco, tenía un brillo raro en los ojos, como los locos, y su semblante era el de un niño travieso, y aquella voz pequeña, cargada de ingenuidad... Sin dudas era un loco. ¡Había que echarlo!

Wensi regresó, y ajeno a todo se había acostado con los brazos extendidos a lo largo del cuerpo, su mano derecha estaba cerrada, como si apretase algo. Tenía la vista fija en el techo, pero su mirada parecía traspasar la pared y seguir viaje al infinito; así ensimismado, inmóvil pensaba, pensaba, pensaba.

La puerta comenzó a abrirse lentamente, alguien penetró en el cuarto.

¡Wensi! Quiero hablar contigo.

La mano derecha de Wensi se abrió súbitamente, dejando escapar destellos azules, luego con la misma rapidez se volvió a cerrar.

¡Oh! ¿Que...? ¿Que es eso?

La diadema de mi padre.

La... Entonces... ¿Tu?...

¿Que me ibas a decir?

¿Yo?... No, nada... Vine a saludarte. Si... Bueno... Adiós.

Ella salió apresuradamente al encuentro de John. El seguía sentado en el mismo lugar.

¡John!, ¡John! Si vez lo que tenía en la mano: ¡un diamante!, ¡un diamante azul! Nunca había visto nada igual.

- ¿Un diamante? ¿Y como sabes que era un diamante?
-
Te olvidas que mi abuelo era joyero; no voy a saber yo lo que es un diamante... Es cierto que la mayoría son incoloros, pero yo he visto diamantes con diferentes tonalidades. Aunque confieso que este parecía completamente azul, y parecía como si cada cara emitiese un azul diferente. Mi abuelo decía que por medios físicos se podía lograr una coloración azul en los diamantes.

Pero... ¿Por que te enseño ese diamante? ¿Que te dijo?