Wednesday, May 09, 2007

El sentido del humor

Iván acababa de decir un chiste y todos reían, todos menos Hanlet, él nunca reía, a Hanlet esas cosas le parecían disparates, palabras sin sentido. Al principio trató de analizar esas frases, pero nunca les hallaba sentido, la experiencia le fue enseñando que detrás de esas frases absurdas venía siempre la risa y cuando Hanlet escuchaba la carcajada se despreocupaba de encontrarle algún sentido, eran cosas de humanos: chistes, burlas y juegos que parecían tener como único objetivo producir la risa.

Hanlet era un robot autoprogramable, él mismo realizaba su aprendizaje, analizaba sus propias experiencias, acumulaba conocimientos, casi pensaba como un humano más. Estaba programado para detenerse ante la voz de ¡alto!, además tenía un interruptor en la espalda para desconectar su sistema, como medida de seguridad, en caso de cualquier peligro o descontrol que pudiera presentar.

Así, con el tiempo Hanlet se convirtió en un investigador del Instituto de Cibernética Aplicada (ICA). Cuando tenía alguna duda él mismo buscaba el libro que necesitaba, lo leía y sacaba las conclusiones necesarias para realizar su trabajo.

El director del instituto era Luís González, un hombre de carácter alegre. A pesar de su corta edad ya era un científico de cierto renombre; precisamente él fue quien confeccionó los módulos de aprendizaje y representación de los conocimientos y quien diseño el núcleo del mecanismo de inferencia de Hanlet.

Había transcurrido un largo tiempo desde el chiste, ahora todos guardaban silencio, todas las miradas estaban fijas en Luís, quien sudaba copiosamente, se pasó la mano por la frente y luego volvió su rostro hacia el electrónico.

Desconéctalo, no podemos continuar con el experimento.

¿Desconectarlo?, eso significa destruir todo el trabajo.

No estamos en condiciones para continuarlo, quizás más adelante... en estos momentos no tenemos los medios necesarios, resulta demasiado costoso y ya hemos agotado casi todos los recursos del trimestre.

El electrónico de mala gana desconectó al humanoide de su fuente de energía, luego lanzó una mirada de disgusto a Luís.


Se hacía necesario relajarse, Iván, el biólogo, no dejó escapar su oportunidad de decir algo.

Ya ves, mi esposa me sale más cara que un hijo bobo y sin embargo no puedo librarme de ella.

Hanlet cogió la frase al vuelo y trató de interpretarla, con esa tremenda rapidez de deducción que le caracterizaba:

"¿Qué tiene que ver una esposa con un experimento? ¿Por qué se quiere librar de ella? ¿Cómo se mide el costo y la eficiencia de una esposa?".

Fue entonces cuando escuchó las risas.

"Es una broma no debo continuar los razonamientos. Información superflua".

Luís se acercó al especialista en electrónica, le puso la mano en el hombro y le dijo.

Vamos Tony, no hay porqué tomarlo tan a pecho, era un proyecto demasiado ambicioso. Cada cosa tiene su momento. Todavía no estamos preparados para enfrentar este trabajo. Vamos, continuemos con la construcción del humanoide.

No estoy de acuerdo contigo Luís, te estás acomodando diciendo esto se marchó.

A Luís, la relación con Tony siempre se le hizo difícil, aunque muy inteligente tenía un carácter demasiado iracundo, casi siempre pensaba que todo lo que se hacía era para molestarle y que estaba rodeado de incapaces.

En la otra sala estaba el resto de los investigadores, entre ellos Hanlet, esperando por Luís para comenzar los preparativos. Luís entró de prisa y observó con disgusto que Tony no estaba.

Iván, el biólogo, le lanzó una mirada burlona a Hanlet, luego señalándolo con su dedo índice, sentenció.

He ahí, al último de los androides, nos espera una nueva era, la de los humanoides.

Inmediatamente Hanlet puso a funcionar su procesador central, buscó en su memoria pero era inútil, la palabra androide no existía, tampoco estaba humanoide. El sabía que era un robot, que estaba compuesto de piezas. ¿Que tenía que ver él con los androides? Buscó en su memoria alguna palabra parecida y encontró androfobia: aversión a los hombres, descompuso la palabra y encontró que fobia era aversión luego andro tenía que ser hombre, de lo que se desprendía que androide tenía que ser una palabra compuesta. Iba a empezar a buscar las palabras terminadas en oide para realizar comparaciones y sacar conclusiones, cuando escuchó la risa. De todo esto Hanlet obtuvo un nuevo aprendizaje, no debía apresurarse más en realizar los razonamientos sin antes haber esperado unos segundos, si no se producía la risa entonces iniciar cadena de razonamientos. Realizó las auto-modificaciones necesarias.

Hanlet estaba acostumbrado a las limitaciones de su léxico, él no era un robot lingüista, sus funciones eran puramente técnicas, fórmulas, algoritmos, leyes, etc.

El pobre exclamó Iván mientras miraba compasivamente al humanoide tendremos que construirle una mujer o morirá de soledad... Se imaginan como será el mundo dentro de poco, no podremos piropear a las mujeres sin correr el riesgo de que estemos enamorando a una máquina.

Hanlet esperó unos segundos y escuchó la risa. "Ya no efectuaré más operaciones innecesarias" se dijo a sí mismo.

Hanlet se fue acercando lentamente, sin dejar de contemplar aquel extraño ser. Por dentro era una máquina y por fuera parecía un hombre, los ojos, el pelo, la piel... "¿Para qué serviría aquel semi hombre? Tenía que buscar en los libros la palabra humanoide, había algo que no estaba claro.

Los receptores o sentidos de Hanlet eran independientes a su sistema central, de ahí que pudiera efectuar operaciones lógico-semáticas; o sea "pensar", mientras paralelamente estaba escuchando o leyendo algo. Por eso no se había perdido ningún detalle de la conversación de Iván que aún continuaba su perolata.

... Aunque en realidad debemos construir dos mujeres una para él y otra para mi; eso si, la mía tiene que ser muda nuevamente las risas.

Luís parecía no escuchar, por un momento pensó en Rebeca, le preocupaba el hecho de que Rebeca se opusiese a tener un hijo. Consultó su reloj, eran las 5.00 y la prueba no empezaría hasta las 5.30 y como ella estaba de vacaciones decidió darle una vuelta. Luego de comunicárselo a Iván salió al parqueo, abrió la puerta del auto y se acomodó al timón; también Hanlet se acomodó a su lado, como de costumbre. Desde que fue construido siempre lo acompañaba a todas partes. La idea inicial era dejarlo en el instituto, jamás se le hubiese ocurrido llevarlo a su casa, pero Hanlet era tan gracioso. Luís recuerda aquel primer día de trabajo, caminaba torpemente, a veces decía palabras incomprensibles, desde el primer momento se apegó a él, nadie se explicó nunca porqué. Hanlet lo seguía a todas partes, y hasta parecía imitarlo. Desde entonces Luís se convirtió en su educador, en su guía. Luís recuerda la primera vez que Hanlet montó en el auto: Cuando abrió la puerta del automóvil, Hanlet también la abrió, entró y se sentó, y Hanlet hizo la misma operación y cuando se recostó hacia atrás; Hanlet lo imitó. Lo miró con idea de sacarlo del auto; él también lo miró... no pudo. Desde entonces Hanlet lo acompaña a todas partes.

Ya habían penetrado en el túnel, iban a casi 90 km/h. Luís recordaba las veces que tuvo que regañar a Iván por gritarle a Hanlet la palabra ALTO, con la cual se detenía en seco y esperaba dócilmente la instrucción de continuar; como abusaban de él, fueron muchas las veces que se encontró a Hanlet en estado cataléptico sosteniendo algo pesado entre sus brazos. Tuvo que sancionar a Iván y prohibir dar la voz de ALTO.

Comenzó a aminorar la marcha, ahora el auto subía por una calle estrecha, a la salida del túnel la calle se torcía, siendo cada vez más pronunciada la curva hasta coincidir con la calle principal. Luís se detuvo frente a la puerta de su casa.

Abrió la puerta, penetró en la sala, se detuvo un momento, un extraño sentimiento le invadió, hacía tiempo que las cosas no estaban muy bien entre ellos; quizás si tuvieran un hijo... pensó.

Los sentimientos son demasiados complejos para analizarlos fríamente, tal vez es el único campo donde la lógica no tiene nada que hacer, y a veces se prefiere seguir creyendo en cosas que ya no existen.

Entró al cuarto, ella estaba allí dormida, se le acercó y la tocó suavemente, ella se volvió lentamente a la vez que se estiraba y bostezaba. El se sentó. Ella, como siempre, le quitó los espejuelos y los dejó caer sobre la cama.

Bueno, ¿a qué has venido? le preguntó, mientras abría aún más sus grandes ojos.

A verte, a que más.

Se hizo un largo silencio, no había nada que decir, como no fuera continuar con una riña que habían tenido por la mañana. Luís rompió el silencio.

Sabes... fracasó el proyecto, tuvimos que pararlo dijo él bajando la vista.

¿Cuál?, ¿el lector de pensamientos?

Si.

¡Me alegro!

¿Y por qué te alegras? ¿Se puede saber?

¡Claro que me alegro! ¡Eso es horrible! ¿Te imaginas? Saber lo que los demás piensan; entonces... yo no tendría secretos para ti.

Eso sería lo ideal.

Eso es absurdo. A ver, ¿que tu harías si yo te engañase con otro hombre?

Le daría la orden a Hanlet para que te liquide

Luís nunca la tomaba en serio. Cuando discutían era ella la que hablaba y hablaba sin parar. Sólo una vez discutió fuertemente con ella y sin decir nada más, se fue. Ella lo fue a buscar y le pidió que volviera, se veía demacrada, parecía enferma.

Luís se puso de pie lentamente.

Adiós Rebeca.

Abandonó el cuarto con una rara sensación de tiempo perdido. Era como si él fuese otro o ella fuera otra, otra Rebeca, distinta a aquella que una vez conoció, aquella que alguna vez amó.

Ya estaba dentro del auto, esperó a que Hanlet entrase y partió hacia el instituto.

La prueba estaba al comenzar, eran las 5.25. Luís noto que no tenía los espejuelos puestos bueno de todas formas no me hacen mucha falta pensó, otras veces mandaba a Hanlet a buscarlos, pero ahora no había tiempo que perder.

Todos estaban listos para comenzar, cuando Luís escuchó el sonido de su teléfono celular y escuchó la voz de Rebeca dando gritos de terror.

¡Auxilio!, ¡socorro!, me mata, Luís pronto... ¡No!".

Luís soltó el aparato y salió corriendo en busca del auto, una terrible ansiedad lo invadía, en pocos segundos estuvo frente a la puerta de su casa, estaba abierta, se lanzó hacia dentro desesperadamente. "Era su voz, estoy seguro que era su voz", se decía, "¿y si no era su voz? ¿O si era una broma?". Se dirigió hacia el cuarto.

¡No!,... no es posible. ! ¡Rebeca! Una sensación de angustia, que le producía un terrible malestar mezcla de horror y duda. Unos leves movimientos comenzaron a sacudir su cuerpo.

Rebeca, tendida en el suelo, inmóvil, con el rostro ensangrentado. ¡Muerta!.

Luís no podía creer lo que estaba viendo, Rebeca muerta y el estaba allí sin saber qué hacer. Estaría soñando, sería sólo una pesadilla. Rebeca muerta, ¡que absurdo! Tenía que despertar de un momento a otro. Aquello era demasiado repentino, demasiado irreal. Sintió pasos detrás de sí, se volvió y se encontró con las caras perplejas de sus colegas que lo habían seguido, también Hanlet estático lo observaba. Sintió que todo se movía a su alrededor, lo veía todo confuso, la muerte era algo tan lejano y había llegado de una forma tan inesperada. Lloró por ella y por él.


Iván fue el primero en reaccionar, se acercó a al cadáver de Rebeca y comenzó a revisarla, a su vez Tony telefoneó a la policía, después cogió a Luís y lo llevó para la sala.

Pocos minutos mas tarde llegaba la policía. Revisaron el cadáver, registraron la casa, tomaron fotos, y luego fueron interrogando uno a uno a los testigos, el último fue Luís.

Frente a él estaba un hombre, más bien gordo de mirada penetrante. El cual le hizo algunas preguntas de rutina. Luego lanzó una mirada a su alrededor y fijo su vista en Hanlet.

¿Y ese robot lo acompañó a usted cuando visitó a su esposa?

Si.

¿Y cuando volvió al instituto regresó con usted?

Si.

¿Está seguro?

Si.

Miró a su alrededor, se fijó en el rostro de los investigadores, en los que vio reflejada cierta indignación.

Bueno, sé cómo se debe sentir y es lógico que en estos momentos no tenga deseos de hablar, en otra oportunidad hablaremos con más calma.

Se disponía a marcharse cuando el oficial se volvió hacia el grupo de científicos.

¿Alguien más se ausentó durante las 5.20 y 5.25? ¿Notaron ustedes la ausencia de alguien?

Casi al unísono todos los rostros se voltearon hacia Tony, este palideció, haciendo un gran esfuerzo para controlarse respondió

Yo.

¿Donde estaba?

Salí un momento a... a merendar algo.

¿En qué lugar?

En... en la cafetería Venus.

¿Dónde queda esa cafetería?

Aquí... en la esquina.

¿Alguien lo vio regresar a la sala?

Se hizo un silencio absoluto.

¿Y cuando se realizó la llamada tampoco estaba?

Algunos negaron con la cabeza, otros bajaron la vista.

El inspector se detuvo frente a Tony.

Sin embargo, usted vino junto con ellos. ¿Cómo llegó hasta aquí, si usted no se encontraba en la sala cuando se realizó la llamada?

Tony se llevó una mano al rostro sudoroso, sus ojos oscuros se movían nerviosamente.

Yo... yo regresaba... y vi como todos salían en sus autos precipitadamente, supuse que algo había sucedido y decidí seguirlos.

Alguno de ustedes lo vio tomar el auto o lo vio llegar en el grupo.

Figúrese con el nerviosismo, nadie se fijó, yo reparé en él cuando lo escuche hablar por teléfono llamando a la policía dijo uno de los científicos.

El oficial se dirigió a los policías que le acompañaban.

¿No encontraron nada sospechoso?

No, teniente.

Bueno tómenle los datos a él dijo el oficial, señalando con su dedo a Tony. Luego poniéndole la mano en el hombro a Luís, le dijo.

Cuando tenga tiempo registre bien la casa a ver si le falta algo. Bueno lanzó una última mirada a todos y se marchó.

Todos se ha habían ido, estaba solo. Afuera el crepúsculo anunciaba la muerte de un día, un día triste; dentro todo se hacía oscuro. A través de la ventana penetraban los últimos rayos de luz formando sombras en las paredes de un cuarto vacío.

"¿Quién pudo ser? ¿Quién?... ¿Por qué?... ¿Por qué?”

No había respuesta, sólo la oscuridad que lo iba abarcando todo y esas sombras confusas, extrañas.

"¿Quién?... ¿Por qué?... ¿Quién?". Se repetía una y otra vez mientras la noche seguía su paso inexorable.

Luís se despertó sobresaltado, había tenido una horrible pesadilla, extendió su mano derecha y palpó la cama vacía, le dolía intensamente la cabeza, todo era tan sorpresivo, podía verla aún con el rostro ensangrentado, tenía su imagen fija; ella ahí en el suelo, ¡muerta!

"No, que es esto, debo tranquilizarme".

Se dirigió hacia la cocina para tomar un poco de agua, al pasar por la biblioteca vio la luz encendida, allí estaba Hanlet, leyendo un libro y sobre la mesa habían varios libros más, todos abiertos, parecía como si estuviese buscando algo. Pero el ánimo de Luís no estaba para hablar con nadie y continuó su camino, mientras Hanlet seguía allí leyendo afanosamente.

Se escuchó el timbre. Abrió la puerta, ante él estaba la figura gruesa del oficial que tenía a su cargo la investigación del crimen.

Buenos días.

Buenas.

El hombre entró en la habitación y lanzó una mirada desconfiada a su alrededor.

Siéntese le dijo Luís.

¿Notó si le faltaba algo?

No, todo está en orden.

Escuche, tengo que decirle algo muy importante. A las 5.25, el viejo de enfrente, vio salir a un hombre de su casa.

¿Cómo?

Como oye, un hombre salió de su casa en el momento del crimen.

Pero... ¿Quién?

No lo sabemos, no se ha podido identificar aún.

El oficial fijó su mirada en el rostro de Luís.


¿Conocía a alguien que visitara su casa cuando usted no estaba?

No, nadie.

¿No se imagina quién pudiera ser?

No tengo la menor idea.

Me gustaría inspeccionar nuevamente el garaje.

En el garaje había una escalera que conducía al patio, este era estrecho y largo, tenía dos puertas una al frente que daba a la calle y otra al fondo que daba al túnel, ambas habrían automáticamente ante la proximidad de un auto. Si se entraba por el túnel y se quería volver a él, había que salir en marcha atrás, lo mismo sucedía si se entraba y se salía por la calle. El oficial después de observar el garaje detenidamente se viró hacia Luís.

Su esposa lo llamó a las 5.25 pidiendo socorro, este hombre salió de su casa a las 5.25 por el frente del garaje, fue visto al salir pero no al entrar, según el hombre que lo vio no parecía llevar prisa. Verdaderamente usted no tiene idea de quien pueda ser ese hombre.

No, ninguna.

Tan pronto el oficial se hubo marchado, Luís se encaminó hacia la biblioteca, allí estaba Hanlet, leyendo.

Hanlet era capaz de leer una página de una sola pasada, siempre leía con alguna finalidad práctica, buscando dar solución a algún problema. También estaba programado para efectuar una pausa de seis horas durante la noche, luego de este descanso su mecanismo se ponía a funcionar de nuevo.

Luís se acercó a Hanlet, sin hacer ruido, comenzaba a sentir curiosidad, Hanlet estaba inmóvil como pensando, observó los libros que estaban sobre la mesa: "La investigación de un crimen", "En busca del móvil", "Texts aplicados a la criminología","Deducciones sobre un asesinato". Por primera vez le asaltó la duda ¿Qué hace Hanlet leyendo estos libros? Recordó que aquellos libros eran de la época en la cual estaban desarrollando un sistema experto para enseñar a los nuevos policías cómo investigar un crimen y además servirle de asesores permanentes. Pero... ¿Para que le sirve a él ese aprendizaje?, no tiene nada que ver con su trabajo. ¿Para qué necesita adquirir conocimientos sobre ese tema? Quizás la muerte de rebeca lo ha afectado, pero... ¿Por qué? Tal vez el presenciar un crimen había despertado en él su curiosidad. ¿No estaría Hanlet tratando de descubrir al criminal? No pudo resistir más la curiosidad.

¿Que haces? le preguntó al fin.

Hanlet pareció no darse por aludido y se alejó lentamente. Luís quedó totalmente sorprendido, eso no estaba previsto. ¡Hanlet no le hacía caso!, fingió ignorarle, estaba actuando por su cuenta.

Tengo que hacer algo, todo esto lo está afectando. ¡Ya sé lo que voy a hacer!


Buscó a Hanlet por toda la casa, por fin lo encontró; estaba en el cuarto frente a la cómoda, mirándose al espejo.

Hanlet, tienes que incorporarte al instituto y continuar con las investigaciones, yo empezaré la semana que viene. ¿Me oyes?

Si señor.

La voz de Hanlet se escuchó grave, apagada. ¿Si señor? su contesta siempre era "si Luís" o simplemente "si". ¿Cómo podía haber cambiado tanto? . Fue a preguntarle a Hanlet, pero este no le dio tiempo, salió rápidamente de la habitación. El crimen lo ha trastornado, ahora se cree detective.

Luís se dejó caer pesadamente sobre la cama, cruzó sus manos tras la nuca y fijó la vista en el techo. ¿Que está sucediendo?, un desconocido asesina a mi esposa...Hanlet no me trata como antes. ¿Por qué? Hasta hace poco era un hombre optimista, ahora todo es oscuro, extraño. ¿Que ha pasado?, ¿que hacer?...

Pasaron algunos días, todos iguales; Luís lentamente se iba acostumbrando a su nueva realidad, era un hombre joven,
Inteligente; podía resistirlo, podía empezar de nuevo; volver a ser como antes; No, como antes no; sólo volver a ser. Pensó en Hanlet ¿que estaría haciendo? tomó el teléfono y llamó al instituto.

Dígame.

Te habla Luís, dime: ¿qué está haciendo Hanlet?...

¿Cómo te sientes Luís?, te habla Tony.

Bien, ¿que está haciendo Hanlet?

Desde que llegó no sale de la biblioteca, no hace más que consultar libros.

Sigue en lo mismo.

¿Que dices?

Nada Tony, hasta luego.


Colgó el teléfono ¡se ha vuelto loco¡ ¿Qué es lo que quiere saber?, no le hace caso a nadie. ¿Qué está tratando de averiguar? ¿Por qué lo está haciendo por su cuenta? Sin dudas, está jugando a los detectives. Pero, ¿Por qué? Ese no es su dominio de aplicación, está totalmente fuera de contexto. Está realizando un aprendizaje para sí mismo. Quizás la idea de la muerte lo ha confundido. Y ahora su único objetivo parece ser descubrir al criminal.

Decidió no pensar más en Hanlet, porque entonces el que se iba a volver loco era él, ya tenía bastantes problemas. Lo mejor era esperar hasta la próxima semana, cuando empiece a trabajar, y entonces, pondrá a Tony al corriente de la conducta de Hanlet, y luego decidir qué hacer; ahora lo mejor era olvidarse de Hanlet; olvidarse de todo, de todo.

Luís estaba sentado en la sala cuando sintió el timbre, abrió la puerta, frente a él tenía al inspector de la policía, quién le miraba sonriente.

Ya detuvimos al presunto criminal.

¿Cómo? dijo Luís, mientras sentía el agitado latir de su corazón.

Si, lo detuvimos ayer; un tal Roberto Ramírez, el hombre reconoció haber estado aquí y haberse marchado a las 5.25, pero niega haberla matado, sin embargo confesó algo que lo compromete.

El oficial mientras aspiraba el humo lanzó una mirada a Luís.

¿Qué confesó?

Bueno es algo penoso pero, en fin, cumplo con mi deber al decírselo, era... el amante de su esposa.

Ya a Luís no le sorprendía nada, todo ocurría tan de repente, aquello parecía un juego, un juego macabro, donde todos se habían puesto de acuerdo para volverlo loco, tenía que mantenerse ecuánime.

¿Usted está seguro de lo que dice?

Tenemos la declaración hecha por escrito, si usted lo desea puede pasar a verla.

No gracias, pero... ¿Por qué la asesinó?

El niega haberla asesinado, pero el mismo confesó el motivo el oficial guardo silencio, esperando el efecto de sus palabras.

¿Cuál motivo?

Reconoció que... su esposa quería dejarlo, y que habían discutido. Otra cosa, el utilizaba el túnel para entrar y salir de la casa.

Pero si el podía utilizar el túnel, ¿como es posible que saliera a la calle?

Amenazó a su esposa con contárselo a usted. El quería que lo vieran. El inspector dio unos pasos y luego volvió su rostro hacia Luís.

Usted está seguro que su esposa lo llamó a las 5.25.

Completamente seguro, a esa hora comenzaba el experimento.

A esa misma hora, a las 5.25 le vieron salir de su casa. Si solo hubiese salida unos minutos antes pudo haber regresado por el túnel, asesinarla y salir nuevamente por el túnel. Con lo cual tendría una coartada. A no ser que el hombre que lo vio salir tuviese el reloj adelantado unos minutos o que se haya confundido. Por otra parte ese hombre estaba en su casa cuando usted llego y el afirma haberse ido poco después que usted salió. Usted no noto nada raro en su esposa.

No, aunque últimamente ella...

Luís guardo silencio y por unos segundos esquivo la mirada del inspector.

Esta bien, no se preocupe. De todas formas si se acuerda de algo me llama. Bueno solo quería decirle que tenemos detenido al presunto criminal de su esposa y que todas las pruebas lo acusan, obviando el detalle de un minuto o dos, que teniendo en cuenta que el testigo es un anciano, lo mas probable es que lo encuentren culpable. Por eso es importante que usted analice todo lo sucedido y que recuerde si existe algún detalle que no nos ha dicho. Se que usted tiene motivos para alegrarse de que lo condenen. Pero yo pienso que ese hombre es inocente.

Luís se sentía molesto, ¿le había dado a entender que el le ocultaba algo? ¿Lo creía capaz de ocultar alguna prueba para culparlo? ¿Por que le insiste tanto en que existe algún detalle que no le ha dicho? Algún detalle...

¿Que le parece si reproducimos los hechos?

Como usted quiera respondió Luís, fríamente.

Usted recibió la llamada a las 5.25, ¿qué dijo ella?

No recuerdo bien, pero... daba gritos y pedía auxilio.

O sea que ella tuvo tiempo de buscar el teléfono, porque seguramente no lo tiene a mano, y pedir auxilio; cosa poco usual, casi nunca los criminales dan esa oportunidad.

Tal vez se cayó o se dio algún golpe al perseguirla y perdió algunos segundos añadió Luís.

Es posible, luego eso no nos dice nada, tampoco se encontraron... bueno continuemos; usted vino para acá y detrás sus colegas... hay alguien que me inquieta, ese tal Tony, nadie lo vio hasta el momento del crimen.

El oficial comenzó a abrir un sobre que tenía entre sus manos, luego sacó unas fotos y se las extendió a Luís.

Mire estas fotos, fueron tomadas el día del crimen, en la primera aparecen todos los autos de sus compañeros que estaban parqueados en la calle. Observe que hay ocho autos y en su casa se encontraban siete personas y el robot. O sea que cada uno vino en un auto. Pero hay algunos detalles que se me habían escapado.

Hizo un corto silencio.

El orden de los carros. ¿Por qué el auto de Tony aparece al principio, si él fue el último en llegar? Él alega que como el último auto parqueado llegaba a la esquina, decidió seguir de largo. Teniendo en cuenta que unos minutos antes Tony había estado cerca de su casa... ¿No le parece extraño?

Bueno... No sé...

Por otra parte las relaciones entre usted y Tony no eran muy buenas. El siente celos por usted, celos profesionales. El quiere ocupar su lugar.

Calló nuevamente esperando el efecto de sus palabras.

No sé si usted se da cuenta a donde yo quiero llegar, mire, yo estoy casi seguro que el asesino es alguien del instituto y que ese alguien llegó, asesinó a su esposa y se ocultó, y luego reapareció en el grupo, por eso necesito que piense bien, antes de responderme esta pregunta. ¿Cuando usted llegó a su casa no había ningún auto en los alrededores?

No.

¿Está seguro?

Bueno... yo estaba muy nervioso, pero no recuerdo haber visto ninguno.

Pero pudo haber estado en el frente de su casa y entonces usted no lo hubiese visto.

No, yo no, pero...si lo hubiese visto Pascual.

¡Claro, el viejo de enfrente! Sólo queda una posibilidad el criminal entró en auto por el túnel sin ser visto, y asesinó a su esposa y luego esperó a que los demás llegaran y se incorporó al grupo, o que haya llegado a pie, cosa improbable, dado lo apartado del lugar. Pero hay un inconveniente, en su garaje sólo cabe un auto. Y en el garaje estuvo el auto de Ramírez desde las 5.15 hasta las 5.25, y ahí está la clave de todo; el asesino tuvo que llegar o cuando Ramírez estaba dentro de la casa, o justamente en el momento que este salía; en el primer caso, que es el que encaja con la hora, teniendo en cuenta que Ramírez salió a las 5.25 y a esa misma hora lo llamó su esposa, el asesino tuvo que detener el auto en el túnel que va a su casa, sin poder entrar al garaje, ya que este estaba ocupado. Entro a su casa, esperó que Ramírez se fuera y la asesinó y luego dio marcha atrás salia al túnel principal y se incorporó al grupo: esto es una hipótesis. Ahora de lo que no tengo la menor duda, es... Que es alguien del instituto, alguien que conocía bien todos tus movimientos. He estado pensando en Tony, por eso lo he interrogado varias veces. El sabe que sospecho de él. Se ve atemorizado, quizás tenga cierto remordimiento por algo...Reconoció sus defectos, su envidia por usted. Pero tiene una cualidad increíble: una tremenda memoria visual, y fue el único que pudo verlo todo, y tal vez el único que no sabía realmente lo que pasaba, o que lo sabía todo.

En sus labios asomó una leve sonrisa.

Sabe usted lo que alega el fiscal para considerar a Ramírez culpable.

No lo sé respondió Luís.

Dice que Ramírez vino a su casa con la idea de matarla y matarse después, por eso se exhibió, pero como luego no tuvo el valor para matarse decidió ocultar el crimen.

Luís se daba cuenta que el inspector se estaba recreando, que lo mejor venía ahora.

¿Quienes utilizaban tu auto?

A mi esposa no le gustaba manejar, quien lo utilizaba a veces era Hanlet.

¿Y el auto del instituto?

Lo utilizaba Tony, Hanlet o yo.

Se da cuenta, el cuadro se cierra. El segundo auto era el suyo, y usted vino en él; y el último el del instituto, en el cual vino el robot, y estaba parqueado al final y algo mas interesante aún; Tony no vio a Hanlet salir del instituto junto a los demás, ni al automóvil en el cual vino, y cuando llegó a aquí en el momento del crimen el carro del instituto tampoco estaba. Por lo tanto el robot parqueó después. ¿Donde estuvo el robot en ese tiempo?

Pero usted olvida algo, ni Hanlet tenía orden de matarla, ni tenía porqué regresar a la casa. El no realiza ninguna acción que no se le mande, o que no haya realizado antes. Además basta gritarle la palabra ALTO y se detendrá en seco, y eso Rebeca lo sabía. Es totalmente imposible, el no pudo llevar a cabo esa acción.

Si, Tony pensaba lo mismo al principio, pero es que sólo existen tres posibilidades o fue Ramírez y le hacemos caso a la tesis del fiscal, o fue Tony y está tratando de culpar al Robot o fue este último. Ahora contésteme una pregunta. Cuando usted regresó con el robot después de visitar a su esposa, ¿recuerda haber visto al robot a su lado en el instituto?

No recuerdo haberlo visto.

Ni usted, ni nadie está seguro de haberlo visto durante el experimento. Aunque tampoco estaba Tony, este llegó después. Entre el robot y Tony, yo me inclino por el robot. Por eso he venido a verle. Yo no sé cómo piensan los robots y no sé que puede motivarlo a cometer un crimen.

Eso es absurdo, no existe motivo alguno que lo pueda
Llevar a cometer un crimen, simplemente no está programado para eso.

Pero según Tony, el robot últimamente tiene un comportamiento muy extraño. ¿Usted no ha notado nada raro en el robot? ¿Es lógico que se ponga a estar leyendo libros de criminología?... Tony me pidió que lo consultara... Nadie mejor que usted conoce a ese robot, pero también conoce a Tony. ¿Qué usted cree?

¿No pudo ser otra persona?

Usted quiere ganar tiempo, le es difícil creerlo; pero yo no creo en los milagros. Los hechos acusan a Ramírez, pero la lógica nos lleva a Tony o al Robot, o quizás a ambos; Porque también existe esa posibilidad que el crimen hubiese sido cometido en complot con el robot, en ese caso Tony debía tener una buena coartada, no me parece lógico, a no ser que haya obligado al robot a cometer el crimen, y vino con él para asegurarse. La pregunta es: ¿el celo profesional que sentía por usted podría llevarlo a cometer semejante crimen? Me parece que no, yo me inclino por creer que ese robot tiene algún desperfecto, algún tipo de descontrol... Según Tony ella detestaba al robot...

Quizás usted tenga razón, el comportamiento de Hanlet últimamente ha sido muy extraño, creo que lo mejor es hablar con él.

Eso es lo que le quería proponer, hace falta que usted lo interrogue, que... que lo acuse directamente.

Lo intentaré.

Ambos entraron en el instituto, al ver a Luís todos salieron a su encuentro.

¿Hanlet?, ¿dónde está Hanlet? fue lo primero que preguntó.
En la biblioteca, no sale de la biblioteca.

Todos salieron a saludar a Luís, pero al verlo con el teniente, sabían lo que sucedería; Hanlet sería interrogado, por su parte Luís, pareció ignorarlos; sólo tenía una idea fija: Hanlet. Ambos hombres se dirigieron a la biblioteca.

Allí estaba Hanlet, sentado en un rincón, con varios libros sobre la mesa, pero él no leía, estaba inmóvil, los dos se le acercaron, pero él parecía no ver, ni oír nada, seguía inmóvil.

Luís se detuvo frente a él.

Hanlet ¿que ocurrió el día que asesinaron a mi esposa?

Se hizo un breve silencio, Hanlet seguía sin moverse, al fin se escuchó su voz, más monótona que nunca.

No sé que ocurrió ese día.

Luís conocía demasiado bien a Hanlet, ante una pregunta como la que él le hizo, debía responder inmediatamente, y sin embargo demoró en responder y Hanlet sólo era capaz de demorarse cuando tenía que tomar alguna decisión, sin dudas la respuesta había sido decidida por Hanlet tras ciertos segundos de análisis y lo que era aún peor esa no era la respuesta usual en él, sus respuestas eran siempre exactas y con el menor número de palabras posibles, mas bien lo que hizo fue repetir la pregunta pero negándola. Estaba claro que Hanlet estaba ocultando la verdadera respuesta. Ya Luís no tenía la menor duda. Hanlet estaba ocultando algo o... Era el asesino.

¡Hanlet a mi no puedes engañarme, tu mataste a mi esposa! Supongo que tienes toda la información guardada en memoria, es más estoy seguro que debes tener la grabación de todo lo que sucedió ese día.

Si señor respondió

Bien, quiero que reproduzcas todos los hechos en secuencia antes del crimen, o sea, que me des la información sobre los hechos más importantes en dependencia del tiempo y las causas, que te llevaron a cometer el crimen.

Se hizo un breve silencio, el oficial se secaba el sudor de la frente, Luís miraba a Hanlet fijamente como si tratara de adivinar lo que estaba ocurriendo en su interior. Al fin se escuchó la voz de Hanlet.

Ese día usted fue a ver a su esposa, hablaban cosas de humanos (grabación). "A ver que tu harías si yo te engaño con otro". "Le daría la orden a Hanlet para que te liquide". Siguieron hablando otras cosas. Luego regresamos al centro, vi. que le faltaban los espejuelos y regresé a buscarlos. No pude entrar en el garaje. Había un auto. Dejé el auto fuera y subí por la escalera del garaje. Entré silencioso, allí había un hombre, estaban hablando: "Roberto tenemos que separarnos... Luís no debe saber que yo lo engaño". "Tienes que dejarlo Rebeca, déjalo y ven conmigo". "No puedo, por favor vete, estoy muy nerviosa, vete". "Está bien, se que quieres abandonarme pero no te lo permitiré, soy capaz de todo, hasta de matarte". El hombre se fue. Ella me vio. "Ah, me estabas espiando ¿verdad?, regresaste para sorprenderme, seguro que le irás con el chisme a tu amo; ahora verás, haré que Luís te destruya, él me creerá a mi, voy a acabar contigo, maldito expía, ahora vas a ver". Cogió el teléfono: "Auxilio, socorro, me mata, Luís, pronto". Yo estaba frente a ella, en estado de alerta. Tenía la orden de matarla, pero esta era indirecta, no se me había comunicado directamente pero estaba dada y ella lo sabía y estaba tratando de que no hiciera. Me le acerqué, alcé el brazo, pero algo me detuvo, ella me miró con los ojos muy abiertos y sólo dijo ¡no! Le di un golpe y la liquidé, me encaminé al garaje; cuando iba a salir al túnel principal, sentí el sonido de varios autos; usted venía al frente y los demás le seguían a toda prisa, algo no andaba bien, decidí seguirlos; parqueé al final y entré con el grupo; Vi como todos se acercaban al cadáver: "No, no es posible, Rebeca". Decía usted. Todo era muy confuso, llamaron a la policía; no sabía que estaba ocurriendo y decidí esperar, pero nadie me decía nada. ¿Que debía hacer? Vino la policía se mencionó las palabras crimen y asesinato. ¿Qué estaba ocurriendo? Yo tenía orden de liquidarla. Entonces comencé a investigar que era un crimen y quienes son los criminales. ¿Tenía orden de liquidarla? ¿Qué significa liquidarla?: ¿matarla o desconectarla?... ¿Por qué no pudieron arreglarla? ¿Que es la muerte?... Ella esta muerta... Muerta.

Se hizo un breve silencio, luego se escuchó la voz de Hanlet, era una voz distinta, temblorosa, casi humana.

¿Verdad que usted me ordenó matarla?

No, era sólo una broma le respondió Luís.

Todo estaba claro, Rebeca había sido víctima de su propio engaño, trató de destruir a Hanlet y ella misma pagó las consecuencias.

La cabeza de Hanlet comenzó a girar y a mover los brazos de forma desordenada. El oficial retrocedió asustado y sacó su revolver. La voz grave del robot se escuchó a todo volumen.

Yo la maté, Luís dijo que yo debía matarla si ella lo engañaba, pero era una broma, ¿y por qué ella no se rió?, ¿por qué no rieron? si era una broma tenían que reirse. ¿Por qué ella lo engañaba? ¿Por que ella sabía que tenía que matarla? ¿Por que no dijo ¡alto! cuando la iba a matar? ¿Soy acaso un criminal? ¿Por qué no tengo sentido del humor? Yo no debía matarla pero ella sabía que la iba a matar y no me detuvo, ni tampoco se rieron, luego era una broma, ¡me están engañando!...


Luís se acercó lentamente a Hanlet, le puso la mano en la espalda, apretó el interruptor y dejo de hablar.

¿Qué pasa? preguntó el teniente.

Se descontroló... enloqueció.

Luís miró al teniente, en su mirada había una interrogante, se sentía culpable, el grueso oficial comprendió, le puso la mano en el hombro.

Vamos amigo, usted no tiene la culpa.

Ambos se alejaron, allí quedó Hanlet, víctima de su propia perfección, no pudo resistir la tensión, comenzó a tratar de pensar como los humanos y entró en conflicto consigo mismo. Sólo el hombre puede dudar, pensar en medio de temores y complejos y vivir muchos años atormentado por la duda, pero el Robot no, su pensamiento es demasiado lógico, demasiado práctico, la duda no tiene cabida en él, la duda destruye su fino mecanismo, acaba con su orden, pierde la finalidad y enloquece. No pudo soportar la responsabilidad de sus propios actos, ante la complejidad de las pasiones humanas.

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